martes, 5 de abril de 2011

1000 historias de encuentro y 1001 historias de esperanza


















Sandor es una persona seria, reservada, callada. Normalmente no suele apuntarse a los talleres que organizamos en el Rincón del Encuentro de Madrid pero, sorprendentemente, cuando le hablamos de Tejiendo Historias nos dijo que le apetecía sumarse al grupo.
El taller de Tejiendo Historias consiste en la creación conjunta de una tela o tapiz a partir de retales en los que se tejen imágenes importantes para las personas que forman parte de la actividad.
El primer día, Sandor enhebró un hilo y, con pasmosa maestría, comenzó su diseño. En el boceto se podía contemplar un pequeño árbol que, solitario en lo alto de una montaña, representaba la vida en un terreno roscoso, árido e inhóspito.
Sandor apenas habla de su vida. Sabemos de sus orígenes húngaro-rumanos a través de pequeñas conversaciones que mantenemos ocasionalmente. El día del taller Tejiendo Historias contemplábamos atónitos la destreza de sus dedos y, como si pudiese leer lo que pasaba por nuestras mentes en esos momentos, nos explicó que había sido sastre durante mucho tiempo y su paso por prisión le permitió, a base de gran tesón en las horas muertas, practicar su oficio hasta alcanzar una excelencia que podemos contemplar cada día que tenemos la actividad.
El resto de los integrantes del grupo le piden consejo y Sandor se levanta pausado de su asiento y les ayuda a mejorar el aspecto de sus creaciones.
Gracias al trabajo en equipo, estamos tejiendo una de las mejoores historias jamás contadas: la de las segundas oportunidades, la de agarrarse a pequeños hilos de esperanza y tirar de ellos hasta recuperar historias humanas que en algún momento se quebraron y que luchan por salir adelante. Como la de Sandor. O como la de Luis. O la de Amparo. O las de Juanjo, Luigi, Mariusz, Rosa, Alfonso...
O como las nuestras propias. La de Martina, la de Pepe, la de Ruth, Jose, Llamal, Lorea, Eduardo, Javi, Laura... Y, por supuesto, las de nuestros voluntarios y voluntarias, sin cuya labor no podríamos construir este maravilloso rincón que ahora compartimos con vosotros y vosotras.

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