martes, 28 de junio de 2011

Un sabado en el Mar Menor...

Desde hace meses se había comentando la posibilidad de ir a la playa juntos, tras dar la bienvenida al verano y al calor del sur, era el momento idóneo. Quienes los propusieron, los nuevos compañeros, los amigos a quienes ellos invitaron, una voluntaria y nosotros dos, como equipo del proyecto de Alojamiento de RAIS en Murcia, nos pusimos en marcha.
Salimos temprano, cargados con  nuestras mochilas de lo vivido y las sombrillas para protegernos, como nos protegen nuestras defensas adquiridas, nosotros pusimos las sombrillas y las neveras, las personas del piso prepararon las tortillas, los pimientos murcianos y los granizados de café (no podía faltar) y de limón. Caminamos y caminamos para buscar el mejor lugar. Y llegamos, ocupamos nuestro cachito de arena frente al Mar Menor, que ese día estaba atípicamente movido y desplegamos nuestro bagaje dispuestos a tratar de aprovechar el día al máximo.
Hubo quién se lanzó al agua nada más verla para disfrutarla a tope durante todo el día (con campeonato de palas incluido), quién decidió no separarse del amigo que traía, o quién se quedó bastante rato a su bola (que no en bolas). No faltaron intentos de estar con el otro, con los demás, y pronto fuimos encontrando un hueco en aquella playa junto al resto de veraneantes que desplegaban sus sombrillas y sus toallas junto a nosotros.
Bajo nuestra sombrilla jugamos a las cartas, charlamos y disfrutamos de la comida preparada y compartida, y de la siesta bajo una palmera con brisa fresca y agradable incluida.  Y completamos el día de playa paseando juntos por el puerto de los Alcázares, viendo la misma playa, el mismo mar, desde otro lugar.
A la vuelta en coche, ya más relajados, algunos mostraban sus dotes de canto recordando a Georgie Dann y sus “chorizos parrilleros” y así regresamos colorados, agotados y entre risas.

Loli, Jose David y los compañeros del piso de Murcia

lunes, 27 de junio de 2011

Aprendiendo

La primera vez que me senté delante de una persona como “técnica de intervención” estaba temblando por dentro. Yo debía de tener unos 25 años y tenía delante de mí a un hombre de unos 55, divorciado, con un hijo y que había pasado mucho tiempo viviendo en la calle. “¿Qué puedo ofrecerle yo?” Me preguntaba. Así que, en lugar de hablar, decidí escucharle a él… y aprender de lo que tenía que decirme. Esta persona y otras muchas personas después que él, me enseñaron que  a veces no hace falta hablar, si no que basta con saber escuchar. Me enseñaron que a veces necesitas tocar fondo para coger el suficiente impulso para poder volver a levantarte. Me enseñaron que a veces, cuando los demás no te ven, tienes que gritar muy fuerte y muy alto para recordarte a ti mismo que no eres un fantasma. Me enseñaron que la distancia entre un hogar y un banco en una plaza es más corta que la distancia entre ese mismo banco y un sitio al que llamar tu hogar. Me enseñaron que a veces el dolor emocional es tan fuerte que necesitas estar anestesiada para soportarlo. Me enseñaron también que hasta cuando todo lo demás va mal, te puedes reír compartiendo una taza de café con otras personas. Que una sonrisa puede dar más calor que cualquier estufa. Que el pan se multiplica cuando lo compartes con más gente. Que la culpa nos destruye y la esperanza nos levanta cada mañana.

A lo largo de estos años, he compartido momentos muy duros con las personas con las que trabajo. Cuando una persona tiene una recaída y vuelve a la calle después de meses de mucho trabajo personal. Cuando los ojos se llenan de lágrimas porque una madre decide no volver a coger el teléfono. Cuando pasan los meses y no puedes ver a tus hijas, ni conocer a tus nietos.  Cuando una persona siente que ya no puede soportarlo más y decide no seguir intentándolo. Cuando le das el último adiós a gente que ha compartido su historia contigo, jugado a las cartas contigo o, simplemente, con la que te has tomado un café en silencio (¡nos hemos despedido de tantos!).

Pero también he compartido momentos maravillosos. El abrazo esperanzado de una persona que acaba de conseguir una plaza en una comunidad terapéutica, después de meses esperando. Las lágrimas de una mujer después de colgar el teléfono y hablar con su hermana, de la que no había sabido nada en 5 años. La alegría de un chico al que le acaban de ofrecer su primer trabajo con contrato. La de aquel al que le han concedido la condición de refugiado. La mirada, incrédula todavía, de alguien que consigue una llave para abrir la puerta de un piso donde dejar su mochila y reconstruir una vida.

Yo soy de las que creen que todas las personas que te cruzas en tu vida lo hacen por un motivo: para enseñarte aquello que necesitas aprender. Y pienso que de todas y cada una de las personas con las que he trabajado he aprendido algo, me han aportado algo que me ha ayudado más adelante en mi vida, que me ha hecho crecer como persona, que ha ayudado a enfrentarme a mis miedos y a mis defectos. Por eso desde aquí quiero decir a esas personas que cruzan cada día y que han cruzado la puerta de los centros en los que he trabajado: ¡Gracias! 

Sara


FCT

FCT o lo que es lo mismo 740 horas ,6 meses y medio, así empieza mi camino por Rais.

Nervios, preguntas ¿Serviré para esto?, ¿Encajaré bien con la gente?, ¿Me aceptarán? Miedo a comenzar una etapa nueva, aunque bueno, esto también es lo más normal, es lo que tiene lo desconocido, aunque todo esto cambió cuando entré por la  puerta el primer día.

Aún lo recuerdo perfectamente, como si hubiese sido ayer, la primera persona que vi, que vino a recogerme a la cabina del vigilante porque me había perdido. Por otra parte  Patri que estaba hablando en la entrada con uno de los chicos y Virginia que estaba en el ordenador. Estaba nerviosísima, mas de lo habitual y eso ya es decir. Me explicaron cómo era el funcionamiento del centro, lo que podíamos encontrar en él, pero ese día nunca me pude imaginar lo que llegaría a significar esto para mí.

Durante este tiempo, ha habido de todo, alegrías, subidotes de energía, ganas de abandonar, y creo que eso es lo bueno.

He conocido a gente maravillosa, desde mis compañeros y tutores que no han parado de enseñarme cosas, han confiado y contado conmigo desde el principio, me han apoyado, ayudado y me han echo sentir una mas desde el principio, hasta las personas del centro, nunca los olvidaré, he vivido muchas experiencias con ellos, buenas, malas, regulares, pero sobre todo buenas, me han enseñado y yo espero haber hecho lo mismo con ellos, que todos y cada uno de nosotros tenemos algo especial, que hacen que me levante con ganas de ir a mis prácticas.

Todo ello, es un buen conjunto, que ha hecho de estos días algo realmente excepcional, recomendable y sobre todo fructífero.

He aprendido a conocerme mejor y a la vez conocer mejor al ser humano, he desarrollado sentimientos y habilidades sociales que en el momento en el que las estudiaba creía que me serían imposibles de aprender o de encontrar, y definitivamente aquí he descubierto que sí que existen.

Estos son experiencias reales, verdaderas, de carne y hueso, con las que ríes y lloras, no un caso práctico que te ponen en la mesa y lo realizas sin implicarte, qué fácil es dar soluciones sobre papel y qué difícil es cuando se realiza conociendo a las personas.

Muchas gracias por haberme dado la oportunidad de conoceros, de aprender y de formar parte de vuestras vidas. Con esto me despido, no con un adiós, sino con un hasta luego.

Sofía. Alcobendas


Me llamo Barbara y tengo casi tres meses

Hola, me llamo Bárbara y tengo casi tres meses. Tiempo más que suficiente como para poder escribir en este blog con conocimiento de causa. Es que le oí a mi madre hablar del blog y le dije que yo podía hacerlo puesto que yo he ido con ella unos cuantos meses al centro de día. “Tú misma” me respondió y me pareció que con cierto aire de alivio.

Recuerdo, cuando yo todavía era pequeña, cómo mi madre le contó a dos chicos que estaba embarazada. Ellos se alegraron mucho y a partir de ese momento, poco a poco, el resto de personas se fueron enterando de que yo iba a venir al mundo y me di cuenta de algo. Empezamos a vivir en un ambiente relajado y distendido en el que todos se preocupaban por nosotras. No nos dejaban coger peso o que nos diera el frío, nos cuidaban si alguien se enfadaba y nos apartaban del conflicto, nos preguntaban qué tal estábamos. También nos daban consejos para que nos cuidáramos, algunos más acertados que otros, y nos hablaban de su experiencia como padres. Cuando nacieron sus hijos, de las emociones que sintieron, de los miedos y los malos ratos.

De repente, hubo un lazo que nos unía más allá del trabajo diario. Había algo que hacía que conectáramos, que nos viéramos con otros ojos. El que yo estuviera hizo salir a la luz otro plano hasta ahora oculto. Pero no sólo con nosotras, con el resto de personas y con las compañeras y compañeros de mi madre la convivencia fluía de manera tranquila y amable.

Me acuerdo de momentos divertidos como cuando jugábamos al parchís y yo daba patadas cuando perdíamos (también cuando ganábamos, ¡eh!). O cuando a alguien se le ocurrió hacer una porra de si sería niño o niña y participó todo el mundo. Yo me reía, porque yo y sólo yo sabía lo que era. Más o menos acertó la mitad y cuando mi madre les dio el resultado fue un momento de alegría, de lágrimas, de besos y abrazos. Hasta los que perdieron se alegraron mucho y nos felicitaron. Después hicimos otra con los nombres pero cuando se lo dijeron nosotras ya no estábamos.

Mi mamá y yo fuimos felices durante el embarazo por muchas razones. Unas son personales y no las voy a contar, claro. Pero otras tuvieron mucho que ver con las personas con las que trabajamos y, por supuesto, con sus compañer@s que siempre estuvieron, y están, ahí, con nosotras. Nos protegieron y nos cuidaron. Ayudaron siempre a mi mamá para que estuviera cómoda y a gusto, para que no nos pasara nada y pudiera nacer.

Por todo eso y por más que ya no me acuerdo porque mi memoria todavía es pequeñita, quise contaros esta historia. 

Y ahora os dejo porque mi madre dice que me tengo que echar la siesta. Y ya le he dicho que no tengo ganas de dormir, que ya querré cuando sea mayor, jo.

Virginia. Alcobendas

EXPRESIÓN

Expresión, etimológicamente, movimiento del interior hacia el exterior, es decir, una presión hacia fuera, es la demostración de ideas o sentimientos.La expresión puede quedar como un acto íntimo del que se expresa o transformarse en un mensaje que un emisor transmite a un receptor, lo que se convierte en comunicación.

FORMAS DE EXPRESIÓN

Según la forma de lenguaje, utilizado para la expresión se diferencia en tipos o formas de expresión.
  • La expresión Artistica, en arte, mediante el lenguaje artístico.
  • Expresión Literaria, en literatura, mediante el lenguaje literario.
  • Expresión Poetica, en poesia, mediante el lenguaje poético.
  • Expresión Teatral, en teatro, mediante las anteriores y ademas el lenguaje escénico.
 EXPRESIÓN CORPORAL


La expresión corporal es el comportamiento exterior espontáneo e intermocional, que traduce emociones o sentimientos mediante el lenguaje corporal.( que también  forma parte de disciplinas artísticas, como el mimo, la danza y el propio teatro)

  • La expresión facial, es la manifestación de los sentimientos, a través del rostro
  • La expresión sonora, a través de señales acusticas,inteligibles;
  • La expresión oral mediante el habla; su opuesto es la expresión escrita.

LA EXPRESIÓN EN DISTINTAS CIENCIAS

  • En biologia, la expresión genetica es la transformación del DNA en proteínas RNA.
  • En linguística, una  expresión autonoáatica es la utilización del atributo como nombre propio.
  • En matematicas, una expresion  matematica es una palabra o cadena de caracteres pertenecientes al lenguaje matematico.
  • En informatica, la expresión es parte de la programción; ademas, la expresión regular  es la descripción de un conjunto de cadenas sin enumerar sus elementos.

EXPRESIÓN EN DERECHO

Es la libertad de expresión, en derecho humano que consagra la libertad  de comunicar las propias ideas y opiniones.

EXPRESIONISMO

Es el nombre, de un movimiento artístico que se entiende como una acentuación o deformación de la realidad para conseguir expresar adecuadamente los valores que se pretenden poner en evidencia.

LIBERTAD DE EXPRESIÓN

El derecho a la libre expresión, es uno de los mas fundamentales, ya que es esencial  en la lucha para el respeto o promoción de todos los derechos humanos.Sin la habilidad  de opinar libremente, de denunciar injusticias y clamar cambios, el hombre está condenado a la opresión.
Por estas mismas razones, el derecho a la libre expresión es unos de los mas amenazados, tanto por los gobiernos represores que quieren impedir cambios,como por personas individuales que quieren imponer su ideologia  o valores personales, callando los otros.

La lucha por la libertad de expresión, nos corresponde a todos, ya que es la lucha por la libertad de expresar nuestro propio individualismo.Respetar la libertad de los demás a decir cualquier cosa, por mas ofensiva que la consideremos, es respetar nuestra propia libertad de palabra.
Por eso en el mundo, hay grupos y ONGS que trabajan por la libertad de expresión y en algunos paises, hay encuestas que destacan de los riesgos de la libertad de expresión, países del continente sudamericano, Asiáticos y el 90% del continente Africano.

DEFINICIÓN DE EXPRESIÓN

Otra forma de definir una expresión, es una secuencia de operadores y operados que describen un cálculo.Normalmente una expresión se evalúa en tiempo de ejecución.
Distintas formas de expresión, mediante frases  escritas por escritores y grandes personalidades de nuestros dias.

  • Lo que oculto por medio de mi lenguaje, lo dice mi cuerpo.
  • Si me lo dices lo olvido, si me lo enseñas lo recuerdo, si lo experimento lo aprendo.
  • Se puede descubrir mas cosas  de una persona  en una hora de juego que en un año de conversación.
 En conclusion, la palabra expresión es fundamental en todos los seres vivos ya que es lo que nos diferencia de los inertes y estará y está ligada a nuestra vida cotidiana, tan importante como el comer o respirar.
El ser vivo, que carezca de expresión esta condenado a la extinción de la especie a desaparecer con el paso  del tiempo de la faz de la tierra.
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Esteban Nsue Luembe. Alcobendas

lunes, 6 de junio de 2011

Cuando la tristeza se torna esperanza


Me llamo Adama Ndour. Soy senegalés y tengo 30 años. Llegué al Rincón del Encuentro de la Fundación RAIS porque me habían comentado que allí me podían gestionar el Retorno Voluntario a mi país de origen.

Mi historia, como la de muchos otros inmigrantes que llegamos a España, comienza con la ilusión de conseguir una vida mejor en este país, puerta del continente europeo. Mi proyecto migratorio era arriesgado, pero también esperanzador, tanto para mí como para mi familia. Esa familia que dejé en Senegal y a la que ahora vuelvo, con sentimientos y lágrimas en los ojos.

Durante dos años en España y pasando por varias Comunidades Autónomas comencé a vivir la frustración de que la idea de labrarse un futuro en Europa no era como yo imaginaba. No pude regularizar mi situación al carecer de empleo. Tampoco pude encontrar una vivienda digna que me permitiese iniciar un nuevo proyecto de vida.

Pese a tanta adversidad, nunca cejé en mi empeño, hasta que un día el destino, cruel destino, truncó mi sueño. Una llamada telefónica de Senegal me comunicó que mi esposa, Alaissa, madre de mis tres hijas, falleció a causa de un golpe de mar mientras pescaba el alimento diario. No lo dudé en ningún momento, tenía que regresar para hacerme cargo de mis hijas. Son pequeñas: dos, cuatro y cinco años. Tenía que volver, tenía que estar con ellas, tenía que…

Con un dolor inmenso reflejado en mi rostro por la pérdida de mi compañera de vida, llegué al Rincón y solicité ayuda para poder volver lo antes posible a mi pequeño pueblo pesquero en Senegal. Todo el equipo de RAIS se movilizó para agilizar los trámites lo antes posible. Mi historia les conmovió.

Pese al gran dolor que sentía, compartí mis últimos días en España con ellos. El único regalo que les pude ofrecer fue una sonrisa, justo antes de perderme por la puerta de embarque de la Terminal 4 de Barajas. Una sonrisa con la que les quise mostrar mi agradecimiento. Y también la esperanza en una nueva vida que comenzaba. De nuevo en Senegal. De nuevo con mis hijas.