martes, 27 de diciembre de 2011

COMO UN CAMBIO DE CIUDAD...


Cuando uno se traslada de ciudad, se impone el momento de hacer cuentas, pagar lo que debemos, despedirnos de los amigos y perdonar a los enemigos.
El cierre del Rincón es para mí como un cambio de ciudad. Madrid no será lo mismo sin él.
Revisando mis deudas, he encontrado en el apartado de "Voluntarios del Rincón" un apunte que dice "Gratitud Eterna", en el que además está escrito "Imposible devolver".
Por más que lo he intentado, no encuentro forma de devolver todo lo que me habéis dado. Calor. Cariño, Compañía. Me habéis dado vuestro tiempo y vuestra atención. Una parte de vuestra vida y sin pedirme nada a cambio.
Me habéis devuelto la fe en el ser humano que creía perdida. Me habéis demostrado que pueden hacerse las cosas  sin interés ni tanto por ciento. Os habéis acercado a mí cuando nada tenía y me habéis dado una esperanza que también creía perdida.
Las palabras son palabras y los actos, los pequeños actos cotidianos, son los que mejoran el mundo. La única forma que se me ocurre de pagaros esta deuda es haciendo lo que vosotros hacéis: convertirme en voluntario.
Por eso, más temprano que tarde (eso espero) cuando me veáis de voluntario en algún lugar, recordad que toda la culpa será vuestra, ya que vuestro ejemplo es el que ha encendido la mecha de esta llama, que ni se quema ni consume, sino que da vida a un corazón que estaba roto.
Aunque soy consciente de que por mucho que haga, nunca podré devolver ni una pequeña parte de lo que me habéis dado en estos meses.
Gracias por ser como sois.


PD: Como en el juego infantil, escribo esta nota "por mí y por todos mis compañeros", ya que algunos no podrán expresarse como yo; pero si les miráis a los ojos veréis devuelta esa gratitud de la que yo os hablo.

Toño.

CUENTO DE NAVIDAD


Dicen que GLINJA, ciudadana de “todoelmundo” tuvo la mala suerte de tener que decidir cuál era la mejor celebración de Navidad de los diferentes países del planeta.
El primer año fue a ESPAÑA. Aterrizó en una familia que estaba reunida alrededor de una lumbre de leña, el 24 de diciembre. Allí comieron un poco de sopa y unas gachas que preparó el abuelo con mucho cariño para todos sus hijos/as y nietas/os. Después de cenar se fueron con unas velas a la iglesia y al día siguiente volvieron a reunirse toda la familia y caminaron hasta una fuente típica del pueblo donde los más pequeños y pequeñas disfrutaron de lo lindo con el agua, ¡a pesar del frío que hacía! El día 31, justo cuando finalizaba el año y comenzaba uno nuevo, cada miembro de la familia se comió doce uvas al son de unas campanadas que sonaban en el transistor. Las personas mayores contaban que la tradición de las uvas venía de unos años antes donde la superproducción de esta fruta obligó a los campesinos a inventarse algo para consumirlas. En enero, el día 5 por la noche, los niños y niñas se iban pronto a dormir porque los Reyes Magos dejaban alguna sorpresa por la noche. Antes de eso, cantaban villancicos hasta caer rendidos.
El segundo año fue a ARMENIA. Allí la navidad se celebra el 6 de enero. Desde los comienzos del cristianismo y durante los primeros siglos, toda la cristiandad festejaba la Navidad el 6 de enero y allí se conserva esta tradición. En Armenia pudo ver cómo todos los vecinos iban de casa en casa felicitándose las fiestas. Del uno al cinco de enero se celebra el nacimiento de Cristo. Algo que llamó mucho la atención de Glinja fue el grandísimo pan que se come en Armenia en estas fechas, nunca había visto un pan de semejante tamaño, el “lavash”. Un pan, que pasen los años que pasen, nunca caduca. Allí probó también el “dolmá” que son tomates, pimientos u otro vegetal, rellenos de carne picada. El 13 de Enero celebró el viejo año nuevo, ya que allí hace mucho tiempo se cambió el calendario y se atrasaron 12 días para llegar al calendario que tenemos ahora.
El tercer año fue a IRÁN. Allí dividió sus días para estar con varias familias. Se enteró de la diferencia de días significativos entre los cristianos de minorías asirias y armenias. El día 25 de diciembre se reunió con una gran familia de asirios que preparó ricos platos con cordero y unas galletas muy sabrosas. Ese día fueron a una celebración de la iglesia católica. Los días posteriores los dividió para conocer las ciudades de Teherán e Isfahán, entre otras. Los días 5 y 6 de enero los pasó junto a una familia de migrantes armenios y esta vez la celebración se hizo en una iglesia ortodoxa gregoriana. Le sorprendió mucho descubrir que las altas autoridades del país, lanzaron su mensaje de felicitación unos días después de estas fiestas, para mostrar respeto por las diversas costumbres.
El cuarto año fue a ECUADOR. Lo pasó muy bien. Celebró durante casi un mes lo que allí es la Navidad. Comienza el día 6 de Diciembre con la Fiesta de Quito que celebra la fiesta de la independencia de la capital y en ese momento comienza la fiesta de los niños. La misa del niño duró tres días, del 18 al 20 de diciembre. Asistió a un desfile, bailes, comparsas y, por supuesto, cada día con un traje distinto. Allí hacen concursos tanto de los vestidos, del belén, como del árbol de navidad más bonito, y les dan premios de mucho dinero a los que ganan. En Ecuador comió cobaya guisada con maní,  plato típico de allí en esas fechas.
El quinto fue a RUMANÍA. Allí celebró el 24 de diciembre. Se fue con unos niños a cantar villancicos y a recitar poesías por las puertas de las casas. Le dejaron liderar el grupo por lo que tenía que llevar una enorme estrella de madera denominada “steaua”, que está cubierta con papel brillante y decorada con campanas y cintas de colores. Antes de nada, las madres suelen  preparar COZONAC, una clase de tarta que está preparada con huevo, mantequilla, harina y leche.  Después, ella misma trenzó la masa y la decoró con nueces picadas, semillas de amapola y azúcar. El día 24 se reunieron todos en la iglesia; estaba tan llena que no cabía nadie más dentro y de allí volvimos a casa a ver si Papá Noel  nos había dejado algún regalo.
El sexto año fue a MARRUECOS. Allí celebraron el fin de año en una casa con mucha gente. La familia era muy grande y algunos vecinos se unieron a ellos. En el centro de la mesa, un gran “couscous” de pollo y unos vasitos de cristal rellenos de limonada adornaban la escena. Risas, bromas y mucha alegría fueron los ingredientes especiales que inundaron la noche y a todos. Al día siguiente, el 1 de Enero, todo seguía igual. Abundante comida y buena compañía no faltaron en ningún momento.
Y así, año tras año, fue recorriendo todos y cada uno de los países habidos y por haber, observando y empapándose de las peculiaridades de cada lugar.
Dicen  que GLINJA tuvo la buenísima suerte de tener que decidir cuál era la mejor celebración de Navidad de los diferentes países del mundo. Eligió a todos porque todos significaban lo mismo: ENCUENTRO FAMILIAR. En todos los sitios aprendió mucho, en todos disfrutó y en todos sintió el calor de un hogar y percibió el sentido de la Navidad.

jueves, 22 de diciembre de 2011

El eco de un grito


El reloj marcaba las 5, el tiempo apremiaba, tomamos rápido el último sorbo del café caliente que Mohamed había preparado para la sobremesa. De camino al centro de la ciudad nos contábamos mil y una historias e intentábamos explicar en un  árabe – rumano – español que era eso de un “flashmob”. Llegamos a Santo Domingo junto a la Catedral de Murcia, entre el bullicio de la gente vislumbramos  un grupito de personas con periódicos y caretas, ese era nuestro destino.
Por 2 veces lo gritamos bien alto, primero en el centro “cultural” de Murcia y posteriormente en su zona más “comercial”. Gritamos por la dignidad, por la justicia y la visibilidad. Porque estamos aquí, miradnos y eso fue lo que pasó, ya fuera por curiosidad, cotilleo, por no tropezarse, pero nos miraron y nos escucharon. Tras 15 minutos y un precioso manifiesto, todo desapareció, con los deseos y la esperanza de que ese grito hiciera eco en la mente de alguna de aquellas personas perplejas…
 
Que emocionante es sentir la cercanía y el calor del otro, la unión por un fin común...
 
Un abrazo
RAIS Murcia