martes, 27 de diciembre de 2011

CUENTO DE NAVIDAD


Dicen que GLINJA, ciudadana de “todoelmundo” tuvo la mala suerte de tener que decidir cuál era la mejor celebración de Navidad de los diferentes países del planeta.
El primer año fue a ESPAÑA. Aterrizó en una familia que estaba reunida alrededor de una lumbre de leña, el 24 de diciembre. Allí comieron un poco de sopa y unas gachas que preparó el abuelo con mucho cariño para todos sus hijos/as y nietas/os. Después de cenar se fueron con unas velas a la iglesia y al día siguiente volvieron a reunirse toda la familia y caminaron hasta una fuente típica del pueblo donde los más pequeños y pequeñas disfrutaron de lo lindo con el agua, ¡a pesar del frío que hacía! El día 31, justo cuando finalizaba el año y comenzaba uno nuevo, cada miembro de la familia se comió doce uvas al son de unas campanadas que sonaban en el transistor. Las personas mayores contaban que la tradición de las uvas venía de unos años antes donde la superproducción de esta fruta obligó a los campesinos a inventarse algo para consumirlas. En enero, el día 5 por la noche, los niños y niñas se iban pronto a dormir porque los Reyes Magos dejaban alguna sorpresa por la noche. Antes de eso, cantaban villancicos hasta caer rendidos.
El segundo año fue a ARMENIA. Allí la navidad se celebra el 6 de enero. Desde los comienzos del cristianismo y durante los primeros siglos, toda la cristiandad festejaba la Navidad el 6 de enero y allí se conserva esta tradición. En Armenia pudo ver cómo todos los vecinos iban de casa en casa felicitándose las fiestas. Del uno al cinco de enero se celebra el nacimiento de Cristo. Algo que llamó mucho la atención de Glinja fue el grandísimo pan que se come en Armenia en estas fechas, nunca había visto un pan de semejante tamaño, el “lavash”. Un pan, que pasen los años que pasen, nunca caduca. Allí probó también el “dolmá” que son tomates, pimientos u otro vegetal, rellenos de carne picada. El 13 de Enero celebró el viejo año nuevo, ya que allí hace mucho tiempo se cambió el calendario y se atrasaron 12 días para llegar al calendario que tenemos ahora.
El tercer año fue a IRÁN. Allí dividió sus días para estar con varias familias. Se enteró de la diferencia de días significativos entre los cristianos de minorías asirias y armenias. El día 25 de diciembre se reunió con una gran familia de asirios que preparó ricos platos con cordero y unas galletas muy sabrosas. Ese día fueron a una celebración de la iglesia católica. Los días posteriores los dividió para conocer las ciudades de Teherán e Isfahán, entre otras. Los días 5 y 6 de enero los pasó junto a una familia de migrantes armenios y esta vez la celebración se hizo en una iglesia ortodoxa gregoriana. Le sorprendió mucho descubrir que las altas autoridades del país, lanzaron su mensaje de felicitación unos días después de estas fiestas, para mostrar respeto por las diversas costumbres.
El cuarto año fue a ECUADOR. Lo pasó muy bien. Celebró durante casi un mes lo que allí es la Navidad. Comienza el día 6 de Diciembre con la Fiesta de Quito que celebra la fiesta de la independencia de la capital y en ese momento comienza la fiesta de los niños. La misa del niño duró tres días, del 18 al 20 de diciembre. Asistió a un desfile, bailes, comparsas y, por supuesto, cada día con un traje distinto. Allí hacen concursos tanto de los vestidos, del belén, como del árbol de navidad más bonito, y les dan premios de mucho dinero a los que ganan. En Ecuador comió cobaya guisada con maní,  plato típico de allí en esas fechas.
El quinto fue a RUMANÍA. Allí celebró el 24 de diciembre. Se fue con unos niños a cantar villancicos y a recitar poesías por las puertas de las casas. Le dejaron liderar el grupo por lo que tenía que llevar una enorme estrella de madera denominada “steaua”, que está cubierta con papel brillante y decorada con campanas y cintas de colores. Antes de nada, las madres suelen  preparar COZONAC, una clase de tarta que está preparada con huevo, mantequilla, harina y leche.  Después, ella misma trenzó la masa y la decoró con nueces picadas, semillas de amapola y azúcar. El día 24 se reunieron todos en la iglesia; estaba tan llena que no cabía nadie más dentro y de allí volvimos a casa a ver si Papá Noel  nos había dejado algún regalo.
El sexto año fue a MARRUECOS. Allí celebraron el fin de año en una casa con mucha gente. La familia era muy grande y algunos vecinos se unieron a ellos. En el centro de la mesa, un gran “couscous” de pollo y unos vasitos de cristal rellenos de limonada adornaban la escena. Risas, bromas y mucha alegría fueron los ingredientes especiales que inundaron la noche y a todos. Al día siguiente, el 1 de Enero, todo seguía igual. Abundante comida y buena compañía no faltaron en ningún momento.
Y así, año tras año, fue recorriendo todos y cada uno de los países habidos y por haber, observando y empapándose de las peculiaridades de cada lugar.
Dicen  que GLINJA tuvo la buenísima suerte de tener que decidir cuál era la mejor celebración de Navidad de los diferentes países del mundo. Eligió a todos porque todos significaban lo mismo: ENCUENTRO FAMILIAR. En todos los sitios aprendió mucho, en todos disfrutó y en todos sintió el calor de un hogar y percibió el sentido de la Navidad.

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